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Salud
NEUROCIENCIAS: LA CIENCIA DEL CEREBRO
Tacto y dolor - 3ª parte
Fuente: Asociación Británica de Neurociencias
Dolor
unque el dolor se considera muchas veces como un sentido adicional de la piel, constituye en realidad un sistema con funciones y organización anatómica totalmente diferentes. Su mayor característica es que es un sentido que aporta sensaciones desagradables que varía dependiendo de la persona y que, sorprendentemente, sus receptores proveen una información limitada sobre la naturaleza del estímulo b (las diferencias entre el dolor que sentimos por una quemadura o un pinchazo de aguja son mínimas). Los antiguos griegos consideraban el dolor como una emoción y no como una sensación.
El registro de fibras sensoriales individuales nos ha revelado la existencia de respuestas que solamente indican la posibilidad de un daño tisular, como por ejemplo, un estímulo mecánico intenso (un pellizco), una quemadura o distintos estímulos químicos. No obstante, este tipo de experimentos no nos aporta ninguna información referente a las sensaciones del individuo.
Las técnicas actuales de biología molecular nos han revelado la estructura y características de diferentes nociceptores. Dentro de los nociceptores se encuentran receptores que responden a temperaturas superiores a 46˚ C, acidez e incluso responden, de manera sorprendente, al componente activo de las guindillas. Los genes de los receptores que responden a intensas estimulaciones mecánicas todavía no se conocen pero, evidentemente, están ahí. Existen dos tipos de fibras aferentes nerviosas que responden al dolor: unas mielinizadas relativamente rápidas llamadas fibras Ad y unas finas, lentas y no mielinizadas llamadas fibras C. los dos tipos de fibras llegan a la médula espinal donde establecen contacto (sinapsis) con un tipo de células, que a su vez, se proyectan a la corteza cerebral. Esta proyección la realizan a través de las vías paralelas ascendentes, una que localiza el dolor (parecida a la del tacto) y la otra que se ocupa del aspecto emocional del dolor.
Vías ascendentes del dolor, desde una
región de la espina dorsal (abajo) van hacia diferentes áreas del tronco
cerebral y la corteza incluyendo CCA (corteza cingulada anterior) y la
insular.
Esta segunda vía proyecta a zonas muy diferentes de la corteza somatosensorial, que incluyen la corteza cingulada anterior así como la corteza insular. En experimentos de proyección de imagen cerebral realizados por medio de hipnosis, se ha podido diferenciar la sensación de dolor de la sensación de desagrado al dolor.
Los sujetos sumergen las manos en agua extremadamente caliente y por medio de la sugestión hipnótica se les hace sentir más o menos intensidad de dolor o desagrado al dolor. Utilizando tomografía por emisión de positrones, se ha descubierto que durante los cambios de intensidad en la sensación de dolor, se activa la corteza somatosensorial, mientras que durante los cambios en la sensación de desagrado al dolor se activa la corteza cingulada anterior.
Una vida sin dolor
Dada nuestra necesidad de evitar cualquier fuente de dolor, como ir al dentista, os podríais imaginar que una vida sin dolor seria maravillosa. !Pero no! Ya que una de las funciones claves del dolor es el permitirnos aprender a evitar las situaciones que nos causan dolor. Los acciones de potencial de los nervios nociceptivos entran por la médula espinal iniciando reflejos protectores, como el arco reflejo para evitar el dolor. También suministran la información necesaria que nos hace aprender como evitar situaciones amenazantes o peligrosas.